La libertad y la voluntad son alguna de las consecuencias de nuestra semejanza con el creador; quien como El, nos hizo creadores. Para poder crear necesitamos libertad de elección entre las opciones existentes y capacidad para ejecutar (ya sea en el pensar, sentir o actuar); necesitamos un potencial que realizar, un vacío que llenar. Cuando elegimos llenarnos de Dios, de su voluntad, de sus leyes, de lo que acontece bajo su dirección sacrificamos nuestra libertad, nuestra potencialidad de crear en libertad en pos de cocrear bajo su inspiración, con su potencia, dentro de el.
El anhelo de libertad es la mayor confusión de la humanidad. Se ha venido gestando hace siglos y hoy hierve en toda comunidad, apagando lo más preciado de nuestro ser: el anhelo de Dios.